La crisis que nadie vio llegar: el caos financiero de 2008.

¿Qué ocurrió exactamente en la crisis de 2008? ¿Cuáles fueron sus causas? ¿Por qué parece que nadie la vio venir? La gente de mi edad, unos 20 años, seguramente ni se acordará de lo vivido, o por lo menos, no comprenderían nada de lo que estaba sucediendo. 2008 nos queda muy atrás en nuestra vida como para poder recordar el caos financiero de ese año y los siguientes, aunque pregunten a sus padres qué es lo que ocurrió. Si comparamos las respuestas, unos dirán "x", otros dirán "y", otros tantos "z", y seguramente veremos nuevas letras que antes no existían en el abecedario. Nadie lo tiene claro.

Hay que tener en cuentas ciertas cuestiones para abordar los orígenes de esta crisis y yo voy a poner como punto de referencia los años 80 y concretamente 1983. En los años 80 tenemos que tener en cuenta un agente que va a ser determinante para poder entender posteriormente lo que ocurrió, las asociaciones de ahorro y préstamo, conocidas como S&L. Este tipo de entidades, que acepta depósitos de ahorro y realiza préstamos hipotecarios y de otro tipo, había entrado en crisis a finales de los años 70 por la presencia de una tasa de inflación de dos dígitos y por una subida de los tipos de interés llevada a cabo por Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal. 


Para tratar de contener la crisis de estas entidades, Carter y Reagan desarrollaron una especie de programa dirigido a la desregulación en este sector, mediante la Ley de Desregulación de Entidades de Depósito y de Control Monetario de 1980 y la Ley Grant-St. Germain de Entidades de Depósito de 1982. A través de todo ello, se les daba carta libre a las S&L para que invirtiesen en lo que quisieran, lo que dio lugar a actividades fraudulentas en este sector. Finalmente, cientos de S&L se hundieron o se vieron forzadas a cerrar. El coste de la crisis entre 1986 y 1995 fue de 124.000 millones de dólares, convirtiéndola en la crisis financiera más cara desde 1929. Aquí lo importante no fue tanto la crisis, sino tales medidas desreguladoras, pues a partir de ese momento se les iba a permitir a las compañías de préstamos que asumiesen riesgos mayores, pudiendo realizar inversiones con los depósitos de sus clientes. Se les daba como una especie casi de carta blanca para que pudiesen realizar los movimientos que quisiesen.  

Pero, retomando las S&L, ¿qué es lo que tiene que ver esto con la crisis de 2008? La cuestión está en que desesperadas por mantener su solvencia, las S&L empezaron a vender sus hipotecas a precios bajísimos. Hubo oportunistas que supieron ver el potencial beneficio de este tipo de hipotecas si se agrupaban miles de ellas en paquetes como garantía de nuevos valores, que a su vez, pudiesen venderse. Se estaban convirtiendo las hipotecas en bonos. Michael Lewis, en su libro Liar's Poker, describe la primera emisión de estos valores realizada en 1983, conocidos como obligaciones hipotecarias garantizadas. Señoras y señores, aquí está la clave; había nacido la titularización. 

El segundo paso para entender la crisis de 2008 es conocer cómo funciona una hipoteca subprime. Este tipo de hipotecas eran ofrecidas a familias generalmente de clase media baja. La inmensa mayoría de ellas constaban de hipotecas de tipo ajustable, es decir, el tipo de interés podía variar en función de los cambios en los tipos crediticios, a la vez que tenían periodos iniciales en los que los pagos de intereses  se mantenían bajos, concentrando el coste del crédito al final del plazo. Durante los primeros años del préstamo, dicho coste era notoriamente bajo, pero una vez pasaba el plazo inicial, a las hipotecas se les aplicaba un margen con respecto al tipo de interés interbancario, por lo que este coste ascendía enormemente de valor, proporcionando expectativas de beneficios a los titulares de tales créditos. De esta forma, si subía el tipo de interés a corto plazo, también subiría el de la hipoteca a tipo ajustable. Sin embargo, el riesgo era alto, pues estos créditos estaban concedidos a familias con un historial de dificultades financieras, de tal manera que quedaban expuestos a impagos. 


Pero a los prestamistas de subprime esto les daba igual. Su modelo de negocio era perfecto. El proceso era el siguiente: los prestadores vendían estas hipotecas a instituciones financieras (se liberaban del riesgo), las cuales agrupaban, empaquetaban y titularizaban estas hipotecas, pasando a convertirse en títulos llamados Mortage Backed Securitires (MBS o RMBS, en español "títulos con garantía hipotecaria residencial"). Estos títulos eran colocados en los principales bancos de Wall Street, fondos de riesgo, fondos de seguros, u otros agentes de mayor entidad, los que, a su vez, agrupaban los MBS junto con préstamos bancarios, bonos de alto rendimiento, bonos corporativos y otros tipos de derivados financieros para formar las CDO, Collateralized Debt Obligations, en español, Obligaciones de Deuda Colateralizada. Por último, lo único que hacía falta era que alguna de las entidades de calificación existentes, Moody's o Standar & Poor's, certificara que era improbable que tales títulos sufrieran un impago. De esta forma, cada CDO podía tener distintos perfiles de riesgo-rentabilidad. Por tanto, las hipotecas subprime pasaban de ser préstamos de alto riesgo de impago a convertirse en valores calificados como triple A (la máxima calificación referida a que el agente cumplirá con la obligación de pago). 



Por último, para terminar de entender de una manera global el último gran pánico financiero hay que prestar mucha atención a un país que, desde finales del pasado siglo, viene desplegando todo su poderío económico sobre el mundo, China. El gigante Chino despegó a finales del siglo XX con cifras de crecimiento económico de hasta dos dígitos, siendo la economía de más rápido crecimiento del mundo. Pero, para ello, uno de los motores más importantes del país eran las exportaciones baratas hacia los EEUU, por lo que si quería seguir manteniendo esa tendencia, tenían que comprar literalmente miles de millones de dólares para combatir el fortalecimiento de su moneda frente al dólar. Entre el año 2002 y mediados de 2007 las reservas en divisas de China habían pasado de 291.100 millones a más de 1,8billones de dólares.


La relación comercial establecida entre China y EEUU era beneficiosa para ambos países. Las importaciones chinas mantenían a raya la hiperinflación estadounidense, a la vez que los ahorros chinos mantenían a raya los tipos de interés. Gracias a China, los tipos de interés reales globales cayeron más de un tercio por debajo de su media en los últimos 15 años (según Niall Ferguson, El Triunfo del Dinero). Por tanto, una de las razones por las que EEUU se inundó de dinero a través de sociedades de inversión de capital privadas que prestaban dinero para actividades apalancadas fue China. 

De hecho, si analizamos los tipos de interés de la Reserva Federal a comienzos del milenio, vemos que en diciembre de 2001 estaban en un 1,75%, y que, un año y medio después, en junio de 2003, en tan sólo un 1%. Era baratísimo pedir dinero prestado. Como consecuencia de ello, se concedieron préstamos hipotecarios a personas que realmente, a la larga (teniendo en cuenta asimismo las condiciones de tales hipotecas), no se lo podían permitir. El resultado de ello fue un aumento generalizado de los precios de la vivienda en EEUU, que en 2007 se habían revalorizado un 194%, dando lugar a una de las mayores burbujas de la historia. 


Durante el desarrollo de la burbuja, todo iba de maravilla, siempre que los tipos de interés siguieran siendo bajos, la gente conservara su empleo, y el mercado de la vivienda siguiera subiendo de valor. Sin embargo, no se podía confiar en que esto siguiera así para siempre. Desde 2004, la Reserva Federal empezó a subir los tipos de interés progresivamente. Entre noviembre de 2004 y junio de 2006, los tipos de interés subieron un 3,25%, pasando del 2% al 5,25%. Se puede decir que ésta fue la causa inmediata de la crisis, puesto que afectó a los mercados hipotecario, inmobiliario y de obligaciones de deuda garantizada una vez que se reajustaron los tipos de interés variable. Las hipotecas subprime, dispersas por todo el globo en forma de CDO empezaron a sufrir impagos, el valor de tales activos disminuyó, a la misma vez que lo hizo el valor de la vivienda. De repente millones de personas se encontraron con que el valor de su hipoteca era mayor que el valor de la vivienda. 

La magnitud de la crisis se plasmó en la mayor quiebra bancaria de la historia estadounidense, Lehman Brothers con 80 procedimientos de insolvencia distintos y 66.000 reclamaciones en el proceso de quiebra principal que en total superaban los 873.000 millones de dólares (cifras aportadas por Ferguson). La quiebra de Lehman se puede explicar por su exposición a los riesgos del mercado hipotecario y por su excesivo apalancamiento. El gigante de Wall Street había aumentado su ratio de apalancamiento entre 2003 y 2007, pasando de 24:1 a 31:1


Fuente: SEC info, Lehman Brothers Holdings Inc. Plan Trust – ‘10-K’ for 11/30/07
(Leverage ratio = ratio de apalancamiento)

Lehman se había endeudado tanto para realizar operaciones apalancadas que cuando estalló la crisis el valor de sus deudas era mucho mayor al valor de sus activos. Sólo en la primera mitad de 2008, las acciones de Lehman perdieron el 73% de su valor, aunque finalmente, el 15 de septiembre del mismo año acabó quebrando. 

La quiebra de Lehman conmocionó no sólo al sistema financiero estadounidense, sino también al mundo entero. Una manera sencilla de entenderlo es como una reacción en cadena de pérdida de confianza, es decir, un pánico bancario; si un banco tan acreditado como Lehman Brothers había quebrado, ¿había alguna entidad segura? Se materializó un problema de confianza en las instituciones bancarias del que se dio cuenta William Dudley (entonces gerente de la cuenta de mercado abierto): “creo que lo importante aquí, y aquello a lo que aspiramos, es la credibilidad. En una crisis, necesitas tener la suficiente fuerza, más fuerza de la que el mercado cree necesaria para resolver el problema”.


Vídeo explicativo de la caída de Lehman Brothers. Fuente: El País

Las estimaciones totales del coste de la crisis sólo para los EEUU se sitúan en torno a los 5,7 y los 13 billones de dólares, mientras que una estimación del coste conjunto de las guerras de Afganistán e Irak sitúa la cifra en 4 billones. Los datos de despidos se reflejan en la tasa de paro de los siguientes años. Mientras que en 2007 la cifra se encontraba en el 5%, en 2010 casi se duplicó, alcanzando el 9,3%. The economist hizo un cálculo del tiempo perdido, el número de años que había retrocedido el reloj económico para los países más afectados por la crisis. En Grecia había retrocedido más de 12 años, en Italia, Irlanda, Portugal y España la cifra se encuentra entre los 7 y 9 años; en Reino Unido, 8 años, y en los EEUU, 10 años. (consulta de artículo). 

¿Cómo había podido pasar todo esto? Realmente no hubo una única variable que fuese la impulsora de esta recesión, sino que se trataba de una cuestión multifactorial. Una gran parte de la opinión pública echaba la culpa a los depredadores de Wall Street y de los principales mercados financieros mundiales, que habían jugado con el sistema financiero a sus anchas, fruto de la política de desregulación desempeñada años antes. Sin embargo, no hay que limitarse simplemente a eso. Es verdad que a lo largo de la burbuja, los banqueros e inversionistas habían llevado a cabo operaciones peligrosas y fraudulentas en forma de hipotecas subprime de alto riesgo, movidos por la ambición humana, pero realmente, tanto la política monetaria como la política fiscal habían contribuido a la formación de tal burbuja. Los bancos no fueron los únicos que se apalancaron, sino que buena parte de las familias también lo habían hecho, favorecidos por la facilidad de acceso al crédito, que también promovía China. Además tales bancos estaban insuficientemente capitalizados y se había dado una certificación errónea a determinados productos financieros, como las CDO.

Muy pocas personas supieron ver la situación en la que se encontraba el sistema y la crisis que se venía encima. De hecho, hubo gente que hizo fortunas apostando en contra del mercado hipotecario (si le interesa véase la película "La Gran Apuesta" de 2015, que narra la historia de cómo determinados inversores y gestores se hicieron de oro prediciendo la recesión). Realmente, tiene algo de lógica. Si todo el mundo supiese de los riesgos del sistema financiero seguramente no habríamos experimentado tal crisis. 

El mundo financiero es peligroso. Cuando las cosas van bien, a veces no van tan bien, por lo que hay que ser cauto. Quién sabe cuándo se formará la próxima burbuja, cuándo será la próxima crisis o si en los siguientes años tendremos una etapa de crecimiento económico. Lo único que podemos hacer es tratar de comprender cómo funciona el mundo para no volver a cometer los errores que nos han llevado a periodos de decadencia. Se trata de comprender y recordar. 

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