África tiene esperanza: las criptomonedas.

Desde que un autor(es) anónimo bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto publicó en 2008 el famoso artículo introduciendo al mundo en las criptomonedas basadas en la tecnología de la cadena de bloques, millones de personas se han lanzado a la explotación de esta nueva forma de dinero digital como una forma de inversión para ellos. Pero lo que para el mundo occidental puede servir como una nueva fuente de ingresos mediante el intercambio o trading de estas criptomonedas, para los habitantes del continente africano se configura como una alternativa a la que acogerse ante la represión y el control por parte de los gobiernos de los países y la escasa fortaleza de sus monedas. Pero para entender el por qué de esta afirmación hay que entender cómo funcionan las criptomonedas y concretamente el bitcoin.

Yo simplemente me voy a remitir a un vídeo publicado por la BBC en que se explica qué es el bitcoin, cómo funciona, algunas de sus ventajas y algunos de sus riesgos. Además en el vídeo se introduce sutilmente nuestro tema en cuestión:


Hay varias claves que hay que tener en cuenta: como bien se señala, el bitcoin es una moneda digital que no es emitida por ningún país, no la controla nadie, ninguna empresa ni ningún gobierno puede decidir una emisión o una contracción de la cantidad ofertada porque es independiente de ellos y, además, porque su creador ha optado por limitar su oferta una vez alcanzada una determinada cantidad de bitcoins. Esta descentralización es una de las características esenciales que poseen tales criptomonedas que las diferencian de cualquier otra divisa corriente que depende del poder del gobierno estatal. 

Por otra parte, otra de las innovaciones que ofrece el bitcoin y que es muy determinante reside en su propio funcionamiento. Y es que actualmente, la mayoría de nosotros, a no ser que utilicemos esta tecnología, para transferir dinero de una parte a otra es necesario acudir a una entidad financiera a modo de intermediaria de la transacción. Pues esto es lo que elimina el bitcoin, este intermediario. La criptomoneda, a través de un sistema de claves públicas y privadas permite realizar transacciones de una a otra parte del mundo sin necesidad de un banco o de cualquier entidad. 

Ambas cuestiones son claves para entender por qué África puede aprovechar las oportunidades y ventajas que ofrecen las criptomonedas para su desarrollo económico. Y es que, una de las principales fuentes que impiden el crecimiento de los países del continente es la corrupción generalizada existente en muchos de ellos. El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) desplaza a la mayoría de los países africanos a la cola del ranking: 


Muchos de estos gobiernos controlan los movimientos de dinero y reprimen la libertad de una manera dictatorial. La corrupción en forma de desvío de fondos para los propios bolsillos ha azotado el continente africano desde el mismo instante en que la colonización fue progresivamente desapareciendo, problema que se incrementa con las luchas entre razas étnicas que se producen en el territorio. Entonces, ¿qué tiene que ver bitcoin con esto? Pues bien, una moneda descentralizada escapa al control del gobierno. Cualquier país, por mucho que trate de controlar las transacciones realizadas por medio del bitcoin, no podrá influir en el valor de la moneda, en la cantidad ofertada o en sus propias fluctuaciones. Por tanto, el bitcoin se erige como una especie de "libertad digital" en forma de divisa. Nadie puede controlarlo, sólo el mercado. En este sentido, un grupo de bitcoiners africano señala: “Con bitcoin tenemos la oportunidad de vivir con un nuevo sistema económico, donde todos ejercen la misma cantidad de poder y nadie puede cambiar las reglas. Por eso promovemos la libertad financiera y ahora desde Nigeria hasta Sudáfrica, desde Kenia hasta Ghana, las comunidades africanas de Bitcoin son dinámicas y resistentes, incluso ante los desafíos económicos y la incertidumbre política”.

El bitcoin no solo escapa al control gubernamental, sino que también permite eliminar los costes de transacción existentes en el tradicional dinero físico o bancario. Y es que este es uno de los principales problemas que posee África en términos de comercio. Los intercambios comerciales entre los 55 países que componen el continente representa tan sólo el 15% de sus exportaciones e importaciones, mientras que se estima que un 60% del comercio asiático tiene lugar en el propio continente y en Europa la cifra asciende al 70%. En 2017, solo el 12% de los pagos dentro de África se liquidaban en el continente, según la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT). Por tanto, para hacer un intercambio, en primer lugar, la moneda de curso del país africano debe convertirse en dólares, euros o en la moneda que se desee, para después volverse a cambiar a la moneda de dicho país. 

Bitcoin y las criptomonedas lo cambia todo. No existen costes de transacción, sino que un pago es capaz de llegar de un lugar a otro del mundo en cuestión de un click y esperar pocos segundos. Por ello, cada vez son más aquellos comercios minoristas que están empleando el bitcoin como medio de pago. Un análisis realizado por Chainalysis muestra que las transferencias minoristas de la África subsahariana con un valor menor de 1.000 dólares representan más del 80% del volumen de transacciones totales hechas en criptomonedas, más que en cualquier otra zona del mundo. 

Y es que el progresivo impulso del bitcoin en África se ve impulsado por otro problema de carácter técnico. Es evidente que los países del continente son muy pobres en cuanto a infraestructuras comparados con los países occidentales. Asimismo, los servicios financieros no se encuentran tan desarrollados. Todo ello da lugar a que la mayoría de la población de los países africanos no tengan acceso a una cuenta de banco. Actualmente, prácticamente toda la gente del mundo occidental dispone de una cuenta bancaria en la que depositar dinero o con la que hacer transferencias, pero en África es distinto. Por ejemplo, en Nigeria, el país más poblado del continente con 190 millones de habitantes, el 60% de ellos no contaba en 2020 con dicha cuenta. De manera que el bitcoin se erige como una alternativa. En este sentido, una noticia publicada en El País señala: "las pequeñas transferencias de criptomonedas alcanzaron en junio (de 2020) un total cercano a los 56 millones de dólares (47,5 millones de euros), casi un 50% más que el año anterior. El número de transacciones ascendió más de un 55%, hasta alcanzar las 120.000." Una tendencia que sigue subiendo. 

No sabemos hasta dónde llegará el impulso del bitcoin, pero ya existen países que lo han adoptado como moneda de curso legal. El último, la República Centroafricana, que lo ha reconocido de tal manera junto al franco, siguiendo la senda abierta por El Salvador en junio de 2021. Obviamente, aquí no estamos teniendo en cuenta los inconvenientes de esta criptomoneda, pero es indudable que para un continente tan asolado por la pobreza, el bitcoin ofrece numerosas posibilidades y alternativas para el crecimiento económico. Quizás lo único que haga falta es una mayor confianza, que al fin y al cabo es la fuerza que impulsa el valor que le damos a las monedas que usamos. 

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